Día del Voluntario Hospitalario

El primer sábado de octubre de cada año se celebra el Día del Voluntario Hospitalario.

En el día de San Francisco de Asís, patrono del voluntario hospitalario, se rinde homenaje a quienes trabajan en forma gratuita y solidaria en tareas de apoyo al enfermo y su familia, así como a la institución de salud. De orígenes muy antiguos, este voluntariado ha ido sumando a su vocación de servicio una creciente capacitación y una mayor coordinación con los equipos de salud.

Actualmente existen criterios de selección de voluntarios hospitalarios y normativas que encuadran sus tareas, lo que deriva en una mayor eficacia.

Elegir ayudar sin pedir nada a cambio es una decisión muy íntima, aunque no todas las personas pueden ejercer el voluntariado porque, como en cualquier lugar donde se ejercen las ciencias de la salud, deben cumplirse ciertos requisitos: ser mayor de edad, pasar un período de prueba, en el cual se evalúan las aptitudes y el buen comportamiento del interesado y cumplir las reglas que enmarcan sus tareas.

Los voluntarios se acercan a los hospitales para ayudar al paciente, su familia y al personal de salud, con la certeza de que su colaboración es un importante aporte para el mejor funcionamiento de la institución.

Este día se rinde homenaje a quienes, por voluntad propia y sin percibir remuneración, trabajan en instituciones que contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida. Destacando la importancia que el voluntariado está cobrando a nivel mundial, la Asamblea General de la Naciones Unidas declaró al año 2001 como “Año Internacional de los Voluntarios”.

Mientras el equipo de salud hace lo posible para cumplir con la creciente demanda de pacientes que se acercan al hospital público, los voluntarios colaboran en silencio con el único propósito de ayudar, volviéndose, en muchos casos, indispensables para el funcionamiento de los centros de salud pública.

La decisión de colaborar se toma por múltiples causas, aunque la gran mayoría lo hace por la necesidad de asistir al prójimo para sentirse útiles. Y son muchos aquellos que se suman al voluntariado luego de una difícil experiencia personal, como una forma de gratitud hacia el hospital que las tuvo como pacientes.

Las tareas más comunes que desarrollan consisten en trabajos administrativos, ayudar en la movilización, en la alimentación, en la recreación y en el acompañamiento.

A pesar de que no hay gran difusión de su tarea, hace mucho que los voluntarios trabajan en los hospitales. No es raro encontrarse con mujeres con más de 20 años en el ejercicio de esta actividad.

El voluntariado no es una terapia -más allá de que ocuparse del prójimo puede ayudar a elevar la autoestima-, porque si no se está bien anímicamente es muy difícil cumplir con una de las claves de la tarea: brindar apoyo emocional.

Cada hospital es un mundo diferente y las experiencias que se viven en ellos también. No es lo mismo trabajar con pacientes adultos que hacerlo con menores. Es con los chicos, justamente, donde los voluntarios tienen que demostrar mayor entereza.

Si bien cada hospital tiene libertad para elaborar su propio reglamento interno, existe también una institución que coordina en el ámbito nacional el accionar de los voluntarios. Las voluntarias también ayudan a recaudar fondos para el hospital que, ante la falta de recursos, acepta esta colaboración.

Fuente: Temas de Enfermería.com.ar